Modelos de desarrollo comunitario que sean
de arriba para abajo ya no pueden responder
adecuadamente a las necesidades y
aspiraciones de la actualidad moderna. La
comunidad mundial tiene que moverse hacia
procesos de gobierno más participa
torios, basados en el conocimiento y
dirigidos por valores en que las personas
pueden asumir responsabilidad por los
procesos y las instituciones que afecten sus
vidas. Estos sistemas tienen que ser
democráticos en espíritu y en
método, y deben emergí en todos
los niveles de la sociedad mundial,
incluyendo el nivel global. La consulta la
expresión operante de la justicia en
los asuntos humanos – debe llegar a ser su
modo primordial de toma de decisiones.
Naturalmente las antiguas formas de
ejercer el poder y la autoridad tienen que
dar lugar a nuevas formas de liderazgo.
Nuestro concepto de liderazgo tendrá
que reformularse para incluir la habilidad de
fomentar la toma de decisiones colectiva y la
acción colectiva. Encontrará su
mayor expresión en el servicio a la
comunidad entera.
Hacia una comunidad en común, un
destino en común.
En conclusión, las comunidades que
crecen y prosperan en el nuevo milenio lo
harán debido a que reconocen la
dimensión espiritual de la naturaleza
humana y se ocupan de que el desarrollo
moral, emocional e intelectual del individuo
sea prioridad central. Darán
garantía a la libertad de
religión y alentarán el
establecimiento de los lugares de
adoración. Sus centros de aprendizaje
buscarán cultivar las potencialidades
ilimitadas en la consciencia humana y
perseguirán como meta principal la
participación de todo el pueblo en la
generación y la aplicación del
conocimiento. Siempre teniendo en cuenta que
los intereses del individuo y de la sociedad
son inseparables, estas comunidades
promoverán el respeto tanto para los
derechos como para las responsabilidades,
fomentarán la igualdad y la
asociación de mujeres y hombres, y
protegerán y cuidarán a las
familias.
Promoverán la belleza, natural y
hecha por el hombre, e incorporarán en
su diseño principios de
preservación y rehabilitación
ambiental. Guiadas por el concepto de la
unidad en la diversidad, apoyarán la
amplia participación en los asuntos de
la sociedad, y más y más se
dirigirán a líderes quienes
estén motivados por el deseo de
servir. En estas
comunidades los frutos de la ciencia y la
tecnología beneficiarán a la
sociedad completa, y habrá trabajo
disponible para todos.
Las comunidades tales como éstas
demostrarán ser los pilares de una
civilización mundial: una
civilización que será la cumbre
lógica de los esfuerzos de la
humanidad hacia creación de comunidad
a través de largos trechos de tiempo
de geografía. La declaración de
Bahá'u'lláh de que toda persona
"nace para llevar adelante una
civilización en continuo progreso",
implica que toda persona tiene tanto el
derecho como la responsabilidad de contribuir
a esta empresa histórica, abarcadora y
colectiva cuya meta es nada menos que la paz,
la prosperidad y la unidad de la familia
humana entera.
Aunque se han perpetrado enormes
injusticias en toda la historia, en nombre de
la religión, hecha por los hombres,
como una mala , egoísta, y prejuiciosa
interpretación de las
enseñanzas divinas; es imposible negar
el papel primordial que la fe ha realizado en
el progreso social, motivando a los
individuos a desarrollar cualidades
espirituales, apoderándoles a
sacrificarse para sus semejantes y a
contribuir al mejoramiento de sus
comunidades.
Los centros de adoración, y las
instituciones y actividades a las cuales dan
lugar, deben hacerse parte fundamental de
todo pueblito, aldea, pueblo y ciudad – de
hecho, de todo tipo de domicilio humano en
toda nación – pero tienen que
contribuir a la harmonía, la paz, el
bienestar, el entendimiento, y la tolerancia
cabales de la comunidad. De no ser
así, sólo servirán para
retrasar el desarrollo de comunidades
sostenibles y prósperas, y el pueblo
eventualmente los abandonará al darse
cuenta del papel divisivo y parroquial que
desempeñan en la sociedad. De hecho,
casi cualquier lugar puede servir como centro
de adoración. Una de las oraciones
reveladas por Bahá'u'lláh
recalca este punto:
"Bendito es el sitio, y la casa, y el
lugar, y la ciudad, y el corazón, y la
montaña, y el refugio, y la cueva, y
el valle, y la tierra, y el mar, y la isla, y
la pradera donde se ha hecho mención
de Dios y se ha glorificado Su alabanza."
Sin embargo, la importancia de centros
físicos basados en la comunidad para
el desarrollo y la expresión de la fe
no puede sobre recalcarse.
El Mashriqu'l-Adhkár
bahá'í (el Punto de amanecer de
la Alabanza de Dios) es un centro tal que por
su propio diseño integra la
adoración con el servicio, es decir,
expresa lo espiritual de formas
prácticas. En el centro de este
complejo yace la Casa de Adoración la
cual está abierta a toda persona, no
importa de qué fe sea. Alrededor de la
Casa de Adoración, y animados por
ella, han de haber un numero de dependencias
– o instituciones – dedicadas a los asuntos
sociales, administrativos, humanitarios,
educativos y científicos. Al
desarrollarse cada complejo
Mashriqu'l-Adhkár, estas dependencias
incluirán "un hospital, un
dispensario, un hospedaje para viajeros, una
escuela para huérfanos, y una
universidad para estudios avanzados." Este
modelo práctico para armonizar los
aspectos moral y éticos,
físicos y ambientales,
económicos y sociales de domicilios
humanos es digno de estudio por aquellos que
estén involucrados en los procesos de
creación de comunidades.
En este aspecto, la comunidad puede
concebirse como un conjunto de
círculos concéntricos, siendo
la comunidad local la más
pequeña, y la comunidad global la
mayor.
El concepto de la ciudadanía
mundial ayuda a integrar a todos los niveles
de la comunidad: siendo un ciudadano
responsable a niveles local y nacional no
niega el amor por toda la humanidad; sino que
estas lealtades y obligaciones de
múltiples niveles forman una red
fuertemente tejida, un todo inseparable.
En la consulta los participantes
individuales se esfuerzan por trascender sus
puntos de vista respectivos para poder
funcionar como miembros de un cuerpo con sus
propios intereses y metas. En una
atmósfera caracterizada por tanto la
honestidad como la cortesía, las ideas
pertenecen no solamente al individuo quien
los presenta, sino al grupo entero, para
aceptar, descartar, o bien revisar
según parezca mejor para servir la
meta perseguida. La consulta tiene
éxito en la medida que todos los
participantes apoyen las decisiones hechas,
sin importar las opiniones individuales con
las cuales entraron a la discusión.
Bajo tale circunstancias una decisión
anterior puede fácilmente
reconsiderarse si la experiencia
enseña cualesquier faltas.
Es interesante notar que varios de los
conceptos que aparecen en este enunciado
también se presentaron en el enunciado
que entregara la Comunidad Internacional
Bahá'í a la primera Conferencia
sobre Domicilios
Humanos de las Naciones Unidas en el 1976.
Entre más recientes enunciados
bahá'ís que aclaran el tema de
las comunidades sostenibles se incluyen La
Prosperidad de la Humanidad; La
Ciudadanía Mundial: Una
Ética Global para el Desarrollo
Sostenible; y El Punto Decisivo para Toda
Nación. Sobre la Comunidad
Internacional Bahá'í Oficina de
las Naciones Unidas… (Comunidad
Internacional Baha'i, Comunidades Sostenibles
en un Mundo Integrante)
Un nuevo orden Mundial.
Pronto este viejo orden mundial será
plegado, y uno nuevo extendido en su lugar
(Baháulláh, La Gloria de Dios,
1817-1892)
Tal como la concibe
Bahá'u'lláh, implica el
establecimiento de una mancomunidad
mundial en la que todas las naciones,
razas, credos y clases estén
estrecha y permanentemente unidos, en que
se salvaguarden completa y
definitivamente la autonomía de
sus estados miembros, la libertad
personal y la iniciativa de los
individuos que la componen. Por lo que
podemos captar de ella, esta mancomunidad
tiene que contar con una asamblea
legislativa mundial, cuyos miembros, en
calidad de albaceas de toda la humanidad,
controlarán definitiva y
enteramente los recursos de todas las
naciones que la compongan y
promulgarán aquellas leyes que
sean necesarias para regular la vida,
satisfacer las necesidades y ordenar las
relaciones de todas las razas y pueblos.
Un ejecutivo mundial, respaldado por una
fuerza internacional, llevará a la
práctica las decisiones que se
tomen, aplicará las leyes
aprobadas por esta asamblea legislativa
mundial y salvaguardará la unidad
orgánica de toda la mancomunidad.
Un tribunal mundial juzgará y
dictará sentencia firme y
vinculante en todas y cada una de las
disputas que surjan entre los diversos
elementos que componen este sistema
universal. Se ideará un mecanismo
de intercomunicación mundial, que
abarcará todo el planeta,
estará libre de las trabas y
restricciones nacionales y
funcionará con maravillosa rapidez
y perfecta regularidad. Una
metrópolis mundial actuará
como centro nervioso de una
civilización mundial, como foco
hacia el que convergerán las
fuerzas unificadoras de la vida y del que
irradiarán las influencias
energizantes. Se inventará o se
elegirá entre los idiomas
existentes un idioma mundial y se
enseñará en las escuelas de
todas las naciones federadas como
auxiliar del idioma materno. Una
escritura mundial, una literatura
mundial, un sistema monetario, de pesas y
medidas uniforme y universal
simplificará y facilitará
el intercambio y el entendimiento entre
las naciones y razas de la humanidad. En
una sociedad mundial así, la
ciencia y la religión, las dos
fuerzas más poderosas de la vida
humana, se reconciliarán,
cooperarán y se
desarrollarán armoniosamente. Bajo
tal sistema, la prensa, al mismo tiempo
que dará plena libertad a la
expresión de los diversos puntos
de vista y convicciones de la humanidad,
dejará de ser maliciosamente
manipulada por intereses creados, sean
éstos privados o públicos,
y se liberará de la influencia de
los gobiernos y pueblos contendientes. Se
organizarán los recursos
económicos del mundo, se
explotarán y utilizarán al
completo sus fuentes de materias primas,
se coordinarán y
desarrollarán sus mercados y se
regulará equitativamente la
distribución de sus productos.Las rivalidades, los odios y las
intrigas nacionales cesarán, y la
animosidad y el prejuicio raciales
serán reemplazados por la amistad,
el entendimiento y la cooperación
interraciales. Las causas de la lucha
religiosa serán definitivamente
eliminadas, las barreras y restricciones
económicas serán
completamente abolidas y la excesiva
diferencia entre las clases será
suprimida. Desaparecerán la
pobreza extrema, por una parte, y la
exagerada acumulación de bienes
por la otra. La enorme energía
disipada y derrochada en la guerra, ya
sea económica o política,
se dedicará a aquellos fines que
amplíen el alcance de las
invenciones y el desarrollo
técnico humano, al aumento de la
productividad de la humanidad, al
exterminio de las enfermedades, a la
extensión de la
investigación científica, a
la elevación del nivel de salud
física, a la agudización y
refinamiento del cerebro humano, a la
explotación de recursos no
utilizados e insospechados del planeta, a
la prolongación de la vida humana
y al fomento de cualquier otro medio que
pueda estimular la vida intelectual,
moral y espiritual de toda la raza
humana.- Un sistema federal mundial, que
gobierne toda la Tierra y que ejerza una
autoridad incuestionable sobre sus recursos
inimaginablemente vastos y que combine y
encarne los ideales de Oriente y Occidente,
liberado de la maldición de la
guerra y sus miserias y dedicado a la
explotación de todos los recursos
energéticos disponibles sobre la
superficie del planeta; un sistema en el
que la Fuerza se transforme en sierva de la
Justicia, un sistema cuya vida se base en
el reconocimiento universal de un solo Dios
y por su lealtad hacia una
Revelación común; ésta
es la meta hacia la cual avanza la
humanidad, impulsada por las fuerzas
unificadoras de la vida."
El mensaje de
Bahá'u'lláh es un mensaje de
esperanza, de amor, de justicia, unidad ,
reconstrucción
práctica
Hoy cosechamos las pavorosas
consecuencias del rechazo de Su
llamamiento divino por parte de nuestros
antepasados. Pero hoy día hay
nuevos gobernantes, nuevas gentes, que
quizás oigan y eviten o mitiguen
la severidad de una catástrofe
inminente. Con esta esperanza, y
considerando que es su deber sagrado, la
Casa Universal de Justicia, la
institución internacional que
gobierna la Fe Bahá'í,
proclama nuevamente, mediante la
publicación de estos pasajes
seleccionados, la esencia de aquel
poderoso llamamiento hecho hace un siglo.
Con la misma esperanza y la misma fe, los
bahá'ís de todo el mundo
harán todo lo posible, durante
este período centenario, para
llamar la atención de sus
semejantes hacia la característica
redentora de esta nueva efusión de
guía y amor divinos. Creemos que
no se esforzarán en vano.(Baha'u'llah, La Proclamación
de Baha'u'llah)El mejor plan de gobierno elaborado no
dará buenos frutos si no esta
basado en la espiritualidad, pues solo lo
espiritual hace que pensemos antes en los
demás que en nosotros mismos.Ama a tu prójimo Más que
a ti mismo.
(Bahá"u"lláh)EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO
En la Enseñanza de
Bahá'u'lláh se halla
escrito: "Únicamente por medio del
poder del Espíritu Santo puede
progresar el ser humano, pues su poder es
limitado, y el Poder Divino es
infinito."La humanidad, ya sea considerada a la
luz de la conducta individual del hombre
o de las relaciones existentes entre
comunidades organizadas y naciones,
lamentablemente se ha desviado
muchísimo y ha sufrido una
declinación demasiado grande como
para ser redimida mediante los esfuerzos
aislados de sus mejores gobernantes y
estadistas, por muy desinteresados que
sean sus motivos, por muy coordinada que
sea su acción, por muy fervorosos
que sean en su celo y devoción a
su causa. Ningún esquema que
todavía puedan diseñar los
cálculos de los mayores
estadistas; ninguna doctrina que se
propongan desarrollar los más
distinguidos exponentes de la
teoría económica;
ningún principio que puedan
esforzarse por inculcar los más
fervientes moralistas
suministrarán, en última
instancia, los cimientos adecuados sobre
los que ha de erigirse el futuro de un
mundo aturdido.Ninguna apelación a la
tolerancia mutua que puedan hacer los que
entienden las condiciones del mundo, no
importa lo apremiante e insistente que
sea, podrá calmar las pasiones o
contribuir a restaurar el vigor. Ni
tampoco ningún esquema general de
mera cooperación internacional
organizada, en cualquier sector de la
actividad humana y por muy ingeniosa que
sea su concepción o muy amplio su
alcance, logrará erradicar la
causa primera del mal que ha perturbado
tan bruscamente el equilibrio de la
sociedad actual. Ni siquiera, me atrevo a
afirmar, la acción misma de
inventar el mecanismo requerido para la
unificación política y
económica del mundo -principio
sostenido cada vez más en los
últimos tiempos- podrá por
sí sola proveer el antídoto
contra el veneno que progresivamente va
minando el vigor de pueblos y naciones
organizados.¿Qué otra cosa podemos
afirmar confiadamente que no sea la
abierta aceptación del Programa
Divino enunciado por
Bahá'u'lláh con tanta
simpleza y fuerza hace sesenta
años, el cual encarna en sus
principios esenciales el esquema ordenado
por Dios para la unificación de la
humanidad en esta era, al que se agrega
una férrea convicción de la
infalible eficacia de todas y cada una de
sus disposiciones; aceptación y
convicción, las cuales
serán finalmente capaces de
resistir las fuerzas de
desintegración internas; fuerzas
que, de no ser frenadas, seguirán
necesariamente carcomiendo las partes
vitales de una sociedad desesperada? Es
hacia esta meta -la meta de un nuevo
Orden Mundial, Divino en su origen,
universal en sus alcances, equitativo en
sus principios y desafiante en sus
rasgos- por la que ha de bregar una
humanidad hostigada.Sería presuntuoso, aun por
parte de los que se declaran adeptos de
su Fe, sostener que se han captado todas
las inferencias del prodigioso esquema de
Bahá'u'lláh para la
solidaridad humana mundial, o que se ha
comprendido su significación.
Sería prematuro, aun en una etapa
tan avanzada de la evolución de la
humanidad, pretender vislumbrarlo en
todas sus posibilidades, estimar sus
beneficios futuros e imaginar su
gloria.Todo lo que razonablemente podemos
intentar es esforzarnos por lograr una
vislumbre de los primeros rayos del Alba
prometida que, en la plenitud del tiempo,
habrá de ahuyentar las tinieblas
que han rodeado a la humanidad. Todo lo
que podemos hacer es señalar los
que, en sus más amplios contornos,
parecen ser los principios rectores que
subyacen en el Orden Mundial de
Bahá'u'lláh, desarrollados
y enunciados por 'Abdu'l-Bahá, el
Centro de su Convenio con toda la
humanidad, y quien fuera designado
Intérprete y Expositor de su
Palabra.Que el desasosiego y sufrimiento que
afectan a toda la humanidad son, en gran
medida, consecuencias directas de la
Guerra Mundial y atribuibles a la falta
de discernimiento y a la miopía de
los responsables de los Tratados de Paz,
es un hecho que sólo una mente
predispuesta rehusaría
admitir…Sin embargo, sería
inútil sostener que la guerra, con
todas las pérdidas que
involucró, con las pasiones que
despertó y con las injusticias que
dejó tras de sí, ha sido la
única responsable de la
confusión sin precedentes en que
se hallan inmersos en la actualidad casi
todos los sectores del mundo civilizado.
¿No es un hecho -y ésta es
la idea central que deseo destacar- que
la causa fundamental de esta inquietud
mundial es atribuible no tanto a las
consecuencias de lo que tarde o temprano
habrá de ser considerado el
disloque transitorio de un mundo en
continuo cambio, sino antes bien al
fracaso de aquellos en cuyas manos se ha
depositado el destino inmediato de
pueblos y naciones, al no adaptar su
sistema de instituciones
económicas y políticas a
las imperiosas necesidades de una era en
rápida evolución? Estas
crisis intermitentes que convulsionan a
la sociedad actual ¿Acaso no se
deben principalmente a la lamentable
incapacidad de los líderes
reconocidos del mundo para comprender
correctamente los signos de la
época, para librarse de una vez
por todas de sus ideas preconcebidas y
credos encadenadores, para remodelar la
maquinaria de sus respectivos Gobiernos
de acuerdo con las pautas
implícitas en la suprema
declaración de
Bahá'u'lláh de la Unidad de
la Humanidad, rasgo principal y
distintivo de la Fe por Él
proclamada?…Muy patéticos son, por cierto,
los esfuerzos de esos líderes de
las instituciones humanas quienes, con
total desprecio por el espíritu de
la época, bregan por adaptar los
procesos nacionales, apropiados a los
antiguos días de naciones
aisladas, a una época que debe
lograr la unidad del mundo, tal como la
esbozara Bahá'u'lláh, o
perecer. En una hora tan crítica
para la historia de la
civilización corresponde a los
líderes de todas las naciones del
mundo, grandes o pequeñas, de
Oriente o de Occidente, vencedoras o
vencidas, prestar atención al
toque de clarín de
Bahá'u'lláh, e imbuidos por
completo de un sentimiento de solidaridad
mundial, condición sine qua non de
lealtad a su Causa, alzarse valientemente
para lograr en su totalidad el
único esquema reparador que
Él, el Médico Divino, ha
recetado para la humanidad doliente. Que
descarten de una vez para siempre toda
idea preconcebida, todo prejuicio
nacional, y que presten atención
al sublime consejo de
'Abdu'l-Bahá, autorizado Expositor
de sus enseñanzas. "Podrá
usted servir mejor a su país", fue
la respuesta de 'Abdu'l-Bahá a un
alto funcionario en ejercicio del
Gobierno federal de los Estados Unidos,
quien le había interrogado acerca
de la mejor manera de estimular los
intereses de su Gobierno y de su pueblo,
"si, en condición de ciudadano del
mundo, trata de colaborar en la
definitiva aplicación del
principio de federalismo que subyace en
el Gobierno de su propio país a
las relaciones existentes ahora entre los
pueblos y naciones del mundo".Es necesario desarrollar cierta forma
de superestado mundial, a favor del cual
todas las naciones del mundo
habrán de ceder voluntariamente
todo derecho de hacer la guerra, ciertos
derechos de gravar impuestos y todos los
derechos de poseer armamentos, salvo con
el propósito de mantener el orden
interno dentro de sus respectivos
dominios. Dicho Estado habrá de
incluir en su órbita un Poder
Ejecutivo Internacional con capacidad
para hacer valer su autoridad suprema e
indiscutible sobre todo miembro
recalcitrante de la Mancomunidad; un
Parlamento Mundial cuyos miembros
serán elegidos por los habitantes
de sus respectivos países y cuya
elección será confirmada
por sus respectivos Gobiernos; y un
Tribunal Supremo cuyos dictámenes
tendrán carácter
obligatorio aun en los casos en que las
partes interesadas no hayan acordado
voluntariamente someter el litigio a su
consideración."Una comunidad mundial en la que todas
las barreras económicas
habrán quedado totalmente
derribadas y en la que se
reconocerá definitivamente la
interdependencia del capital y el
trabajo; en la que el clamor del
fanatismo y del conflicto religioso
habrá sido acallado para siempre;
en la que estará definitivamente
extinguida la llama de la animosidad
racial; en la que un código
único de derecho internacional
–producto de un juicioso análisis
de los representantes federados del
mundo- será sancionado por la
intervención instantánea y
coercitiva de las fuerzas combinadas de
las unidades federadas; y, finalmente,
una comunidad mundial en la que el furor
de un nacionalismo caprichoso y militante
será trocado por una perdurable
conciencia de ciudadanía mundial;
así es como se presenta, a grandes
rasgos, el Orden anunciado por
Bahá'u'lláh, un Orden que
habrá de ser considerado el
más hermoso fruto de una
época que madura lentamente…Que no quede ningún recelo en
cuanto al propósito que anima a la
Ley mundial de Bahá'u'lláh.
Lejos de tender a la subversión de
los fundamentos actuales de la sociedad,
trata de ampliar su base, de amoldar sus
instituciones en consonancia con las
necesidades de un mundo en constante
cambio. No está en conflicto con
compromisos legítimos ni socava
lealtades esenciales. Su propósito
no es ni sofocar la llama de un sano e
inteligente patriotismo en el
corazón del hombre, ni abolir el
sistema de autonomía nacional, tan
esencial cuando se busca evitar los males
de un excesivo centralismo. No ignora ni
intenta suprimir la diversidad de
orígenes étnicos, de
climas, de historia, de idioma y de
tradición, de pensamiento y de
costumbres que distinguen a los pueblos y
naciones del mundo. Insta a una lealtad
más amplia, a un anhelo mayor que
cualquiera de los que la raza humana haya
sentido. Insiste en la
subordinación de móviles e
intereses nacionales a las imperativas
exigencias de un mundo unificado. Repudia
el centralismo excesivo por una parte y
rechaza todo intento de uniformidad por
otra. Su consigna es la unidad en
diversidad, como el mismo
'Abdu'l-Bahá ha aclarado…Sus implicaciones del principio de la
Unidad de la Humanidad son más
profundas, sus aspiraciones son mayores
que las que pudieron adelantar los
Profetas del pasado. Su mensaje es
aplicable no sólo al individuo,
sino que atañe principalmente a la
naturaleza de aquellas relaciones
esenciales que han de ligar a todos los
Estados y naciones como a miembros de una
familia humana. No constituye simplemente
el enunciado de un ideal, sino que
está inseparablemente vinculado a
una institución apropiada para
encarnar su verdad, para demostrar su
validez y para perpetuar su influencia.
Implica un cambio orgánico en la
estructura de la sociedad actual, un
cambio que todavía el mundo no ha
experimentado. Constituye un
desafío, audaz y universal a la
vez, a las gastadas consignas de los
credos nacionales, credos que han tenido
su día y que, en el transcurso
normal de los sucesos, modelado y
controlado por la providencia,
deberán abrir paso a un nuevo
evangelio, fundamentalmente diferente e
infinitamente superior a lo que el mundo
ha concebido hasta ahora. Requiere nada
menos que la reconstrucción y la
desmilitarización de todo el mundo
civilizado, un mundo orgánicamente
unificado en todos los aspectos
esenciales de su vida, de su maquinaria
política, de su anhelo espiritual,
de su comercio y de sus finanzas, de su
escritura y de su idioma, y aun
así, infinito en la diversidad de
las características nacionales de
sus unidades federadas.Representa la consumación de la
evolución humana, evolución
que ha tenido sus orígenes en el
nacimiento de la vida familiar, su
subsiguiente desarrollo en el logro de la
solidaridad tribal, que llevó a su
vez a la constitución de la
ciudad-estado y que posteriormente se
expandió en la institución
de la nación independiente y
soberana…Pongamos un ejemplo. ¡Qué
confiadas eran las afirmaciones emitidas
antes de la unificación de los
Estados del continente norteamericano
cuando se referían a las barreras
infranqueables que cerraban el paso hacia
su federación final! ¿No se
declaraba amplia y enfáticamente
que los intereses en conflicto, la
desconfianza mutua y las diferencias de
Gobiernos y costumbres que
dividían a los Estados eran tales
que ninguna fuerza, ya fuere espiritual o
temporal, podía jamás
lograr su armonía y su control? Y,
aun así, ¡Cuán
diferentes eran las condiciones reinantes
hace ciento cincuenta años de las
que caracterizan a la sociedad actual! En
realidad, no sería exagerado decir
que la ausencia de esas facilidades que
el progreso científico moderno ha
puesto al servicio de la humanidad de
nuestro tiempo ha convertido al problema
de la fusión de los Estados
norteamericanos en una federación
única, por similares que fueran
algunas de sus tradiciones, en una tarea
muchísimo más compleja que
la que afronta una humanidad dividida en
sus esfuerzos para lograr su
unificación.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |